¿Alguna vez has experimentado la tentación de un amor prohibido, un encuentro al margen de la moral que pone a prueba todas tus convicciones? Si es asÃ, déjame contarte mi historia, una que te hará cuestionar hasta dónde serÃas capaz de llegar por una pasión irresistible. Pero antes de sumergirnos en este relato, no olvides suscribirte y activar las notificaciones para recibir nuevas historias pronto.
Era una tÃpica tarde de otoño cuando recibà el mensaje de Lucas. Un antiguo amigo de la universidad, su vida y la mÃa se habÃan separado al graduarnos, cada uno siguiendo su propio camino. Él era ahora un exitoso abogado mientras que yo habÃa encontrado mi pasión en el mundo del diseño gráfico.
HacÃa ya varios años que no sabÃamos nada el uno del otro, cuando de repente, en el tono de un «ping» de mi teléfono, su nombre apareció en la pantalla.
«¿Tienes tiempo para un café esta tarde?»
La curiosidad me gana, y acepto. Nos citamos en una pequeña cafeterÃa del centro, un lugar discreto con mesas de madera y aroma constante a café recién molido. Al llegar, me sorprende verlo casi igual que la última vez que lo vi, su porte elegante y sus ojos verdes que siempre parecÃan mirar más allá.
—¡Clara! —dice con una sonrisa encantadora y una calidez en su voz que hace que me sienta inmediatamente cómoda.
Nos sentamos y comenzamos a ponernos al dÃa sobre nuestras vidas. Me cuenta que se casó hace un par de años, pero que, a pesar de tener una esposa hermosa y exitosa, sentÃa que algo faltaba en su vida. Yo, por mi parte, le hablo de mi carrera, de mis proyectos y de cómo habÃa decidido enfocarme en mà misma luego de una serie de relaciones fallidas.
La conversación fluye con tanta naturalidad que olvidamos la hora, y cuando nos damos cuenta, la tarde ha pasado y la noche comienza a asomarse por la ventana.
—¿Qué tal si caminamos un poco? —propone Lucas.
Acepto y salimos a las iluminadas calles de la ciudad. Las luces de los faroles caen suavemente sobre nosotros mientras paseamos, y poco a poco, la conversación se torna más Ãntima. Me habla de sus frustraciones y de cómo, a pesar de tenerlo todo, no puede dejar de pensar en lo que pudo haber sido.
—A veces me pregunto, Clara, cómo hubiera sido mi vida si me hubiera quedado aquÃ, contigo. —Su confesión me toma por sorpresa y siento un nudo en el estómago.
Nos detenemos frente a una librerÃa que también es un pequeño café, uno de esos lugares que parecen sacados de un cuento. Entramos y pedimos dos tazas de té caliente. Tomamos un rincón apartado, rodeados de estantes llenos de libros antiguos, ese sitio acogedor y tranquilo que parece detener el tiempo.
Lucas toma mi mano sobre la mesa, y por un momento, el mundo exterior desaparece. Sentir el calor de su mano me hace recordar aquellos dÃas de la universidad, las risas, las noches largas estudiando juntos… y algo más. Algo que nunca llegó a ser, pero que ambos siempre supimos que estaba allÃ.
—Clara, desde que te volvà a ver, no he podido dejar de pensarte. —Su voz es apenas un susurro, pero resuena con fuerza en mi mente.
Algo en su mirada, en su cercanÃa, despierta en mà un deseo que habÃa mantenido oculto por mucho tiempo. En ese instante, sé que la lÃnea que estamos a punto de cruzar es irreversible.
Nos levantamos y dejamos el café, caminando nuevamente por las calles oscuras y casi desiertas. Sin necesidad de palabras, ambos sabemos hacia dónde nos dirigimos. Mis pasos se tornan inseguros por momentos, dividida entre la conciencia y el anhelo.
Al llegar a su departamento, su esposa está de viaje, y el lugar luce impecablemente organizado, pero vacÃo. Nos miramos, y sin más, comenzamos a besarnos con una pasión contenida durante años. Siento la textura rugosa de su barba contra mi mejilla y el sabor de su boca que, en ese momento, se vuelve indispensable para mi existencia.
Cada rincón de su hogar es testigo una y otra vez de esa conexión delirante que ambos anhelábamos en silencio. A medida que la noche avanza, los lÃmites se difuminan, y el placer se vuelve el único lenguaje entre nosotros.
Cerca del amanecer, exhaustos pero satisfechos, me acurruco junto a él, sintiendo su respiración pausada y su brazo protector sobre mi piel. A medida que la luz del sol comienza a filtrarse por las ventanas, la realidad nos golpea con su crudeza.
—Esto no puede continuar —digo finalmente, sabiendo que nuestras circunstancias hacen de esta pasión un espejismo imposible.
Lucas asiente, sus ojos reflejan la misma mezcla de pesar y gratitud que siento en mi interior. Sin más que decir, me levanto, vistiéndome con la prisa de quien huye de un sueño demasiado bueno para ser cierto. Antes de salir, me detengo una última vez, nuestros ojos se encuentran y, sin decir una palabra, sé que ambos entendemos que este encuentro siempre será uno de esos secretos que llevarÃamos en el corazón.
Y asÃ, un amor que nunca se dio terminó en una noche de pasión que siempre recordaré. ¿SerÃas capaz de ceder ante una tentación tan fuerte, aun sabiendo las consecuencias? Deja tu opinión en los comentarios.