Confundida por la rutina

¿Alguna vez te has sentido tan atraído por alguien que no puedes dejar de pensar en esa persona, a pesar de que sabes que no deberías? Si es así, te invito a suscribirte y activar las notificaciones para recibir nuevas historias pronto.

Mi nombre es Elisa. Nunca imaginé que mi tranquila y apacible vida tomaría el giro que tomó aquella tarde de otoño, cuando el destino me puso frente a Lucas, un hombre que cambió todo lo que conocía sobre el amor y la fidelidad.

Trabajaba como consultora en una firma prestigiosa de la ciudad, un trabajo que me había impuesto un ritmo de vida tan frenético como monótono. Mi matrimonio con Samuel había caído en una rutina predecible, marcada por obligaciones y responsabilidades que poco lugar dejaban para la pasión. Sin embargo, me sentía cómoda y segura en esa burbuja de estabilidad hasta que llegó él, Lucas.

Lucas era un cliente de la empresa, un empresario exitoso con una mirada penetrante y una sonrisa encantadora que parecía desarmar a cualquiera que se cruzara en su camino. Nuestra relación comenzó de manera profesional, estrictamente profesional. Pero poco a poco, las reuniones pasaron a ser encuentros informales, donde compartíamos largas charlas después del trabajo, acompañados de copas de vino y confesiones furtivas.

En una de esas noches, mientras el sol se escondía detrás de los rascacielos de la ciudad, Lucas me pidió que caminara con él por un parque cercano. La luz tenue del atardecer y el silencio que nos rodeaba creaban una atmósfera de intimidad que hacía que nuestros corazones latieran al unísono.

—¿Alguna vez has sentido que tu vida necesita algo más? —me preguntó Lucas, mirándome a los ojos con intensidad.

Asentí en silencio, sintiendo cómo su mirada traspasaba mis defensas. Me sentí vulnerable, pero al mismo tiempo, una inexplicable sensación de deseo comenzó a arder en mi interior. Continuamos caminando, nuestras manos rozándose por momentos, hasta que finalmente, en un impulso, Lucas me atrajo hacia él y me besó. Fue un beso profundo, lleno de anhelo y de promesas silenciosas que rompió todas mis barreras.

Esa noche, volví a casa con una mezcla de emociones encontradas. Sentía culpa por lo que había sucedido, pero también una emoción incontenible que hacía que mi corazón latiera con una intensidad desconocida. Durante semanas, traté de alejarme de Lucas, convencida de que lo que había pasado era solo un error, un momento de debilidad pasajera. Pero el destino, caprichoso como es, no tardó en reunirnos de nuevo. Cada encuentro era un desafío a mi moralidad, y cada vez que lo veía, era más difícil resistirme a la atracción que sentía por él.

Finalmente, hubo una noche en la que ya no pude más. Lucas había organizado una cena en su penthouse para celebrar el cierre exitoso de un contrato importante. La velada fue perfecta, con la ciudad iluminada a nuestros pies y una suave música de fondo que acompañaba nuestras risas y miradas llenas de deseo. Después de la cena, mientras contemplábamos las luces de la ciudad desde su terraza, Lucas me tomó la mano y me llevó adentro, donde esperaban un mar de velas y pétalos de rosas desplegados por toda la sala.

—Elisa, esto está mal —intenté decir, aunque mi voz sonaba más como un susurro lleno de anhelo que una afirmación convencida.

—A veces —dijo él, acercándose lentamente—, lo que es correcto y lo que deseamos no coinciden. Pero eso no significa que no podamos permitirnos esos momentos de felicidad.

Y entonces, todo se desvaneció. Los pensamientos sobre Samuel, la culpa, la incertidumbre. Me abandoné completamente al deseo que sentía por Lucas y nos entregamos en una noche de pasión desenfrenada que hizo que el tiempo pareciera detenerse.

Al día siguiente, desperté en sus brazos, con el cabello despeinado y una sonrisa de felicidad que no había sentido desde hacía mucho tiempo. La razón volvió a mí lentamente, junto con la culpa y la incertidumbre. Sabía que lo que había hecho estaba mal y que tendría consecuencias. Pero en ese momento, no importaba. Había redescubierto una parte de mí misma que creía perdida y me había dado la oportunidad de volver a sentirme viva.

El dilema estaba claro: ¿seguiría mi corazón, aunque significara romper los votos que había hecho? ¿O volvería a la seguridad de mi matrimonio, dejando atrás a Lucas y el deseo que había despertado en mí? La respuesta no era fácil, y cada decisión tenía su precio.

¿Qué harías tú en mi lugar? Comparte tu opinión en los comentarios. Me encantaría saber cómo enfrentarías esta difícil encrucijada.

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