¿Alguna vez te has sentido atraÃdo por alguien que no deberÃa estar en tu mente? Alguien que, por más que luchas contra ello, despierta en ti un deseo tan fuerte que es imposible ignorar. Esta es mi historia…
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Mi nombre es Laura y llevo casada cinco años con Raúl. Nos conocimos en la universidad y desde entonces hemos compartido una vida llena de momentos felices. Sin embargo, durante los últimos meses, nuestra relación se ha convertido en una rutina monótona que poco a poco nos ha ido alejando. Nunca imaginé que el deseo y la pasión volverÃan a llamarme de una manera tan inesperada y arrolladora.
Trabajaba como abogada en un bufete muy prestigioso de la ciudad. De lunes a viernes mi vida giraba en torno a los juzgados y los clientes. Era en este entorno donde conocà a Marcos. Él era un nuevo socio del bufete, un hombre que rebosaba confianza y carisma. Su mirada penetrante y sus palabras siempre acertadas me cautivaron desde el primer dÃa.
La interacción con Marcos se limitaba a lo profesional. Nunca sospeché que la intensidad de esas reuniones terminarÃa por volverse una chispa que avivarÃa un fuego durmiente en mi interior. Nuestros intercambios de ideas y estrategias legales se llenaron lentamente de un tinte más personal. El dÃa a dÃa nos llevó a compartir pasiones y sueños, sin que fuera evidente para ninguno de los dos, la tensión crecÃa.
Una tarde particularmente abrumadora, luego de una larga reunión de trabajo, coincidimos solos en la sala de descanso del bufete. Raúl estaba en casa esperándome, pero la necesidad de un momento de respiro era imperiosa. Me sorprendà al notar que Marcos se habÃa quedado conmigo, ambos disfrutando de un café mientras la oficina comenzaba a vaciarse. La conversación que comenzó como una plática trivial sobre el caso en el que trabajábamos, pronto se tornó más Ãntima.
— Laura, siempre he admirado tu pasión por lo que haces. — Me dijo Marcos, en un tono suave pero firme, sus palabras parecÃan atravesarme de una manera que nadie más habÃa logrado.
— Gracias, Marcos. Tu dedicación también es inspiradora. — RespondÃ, tratando de controlar el rubor que comenzaba a tomar forma en mis mejillas.
Sin darnos cuenta, nuestros cuerpos se fueron acercando, nuestros alientos se mezclaban, y en un silencio cómplice, comprendà que el lÃmite entre lo permitido y lo prohibido era una tenue lÃnea que ambos estábamos dispuestos a cruzar. Nuestros labios se encontraron, tÃmidamente al principio, luego con voracidad. Sentà la adrenalina correr por mis venas, mezclada con un sentimiento de culpabilidad y, a la vez, de libertad. Volver a sentir esa chispa, ese fuego que mi relación con Raúl habÃa dejado de encender, me llenaba de un deseo incontrolable.
El beso se rompió tan repentinamente como habÃa comenzado, y en esa fracción de segundo, supimos que habÃamos desatado algo que no se podÃa detener. Durante las semanas siguientes, tratamos de esquivar ese deseo creciente, concentrándonos en nuestras responsabilidades. Cada encuentro robado, cada mirada furtiva, cada roce de manos intensificaba la tensión entre nosotros. Sin embargo, sabÃamos que estábamos jugando con fuego, que cada paso que dábamos nos acercaba más a un precipicio del que no podrÃamos escapar.
Finalmente, el destino nos arrastró a una situación de la que no habÃa retorno. Una noche, después de una cena de negocios, decidimos quedarnos a revisar unos documentos en su oficina. Estábamos solos, y la atmósfera era sofocante. Ni siquiera las palabras tenÃan cabida, lo que sentÃamos se volvÃa más palpable con cada minuto que pasaba.
Marcos se levantó de su silla y se acercó a mÃ, su presencia llenaba cada rincón de la habitación.
— Laura… — Susurró, y en su mirada encontré esa mezcla de deseo y desesperación que era un reflejo de lo que sentÃa.
No hubo necesidad de más palabras. Abandonamos nuestros documentos y nuestras preocupaciones, permitiéndonos caer en ese abismo de deseo y pasión. Su tacto era una mezcla perfecta de ternura y urgencia. Mis sentidos se envolvieron en una espiral de éxtasis que no habÃa experimentado en años. Por un instante, el mundo exterior se desvaneció, y solo existÃamos él y yo, enredados en un torbellino de emociones y sensaciones.
Esa noche, en los brazos de Marcos, comprendà que la vida siempre encuentra maneras inesperadas de recordarnos que estamos vivos, que somos seres de deseo y pasión. Sin embargo, la realidad no tardó en regresar. A pesar de la intensidad de lo vivido, sabÃa que los momentos robados con Marcos eran apenas eso, instantes fugaces en los que hallábamos consuelo.
Volvà a casa esa noche con la mente enredada en sentimientos encontrados. Raúl me esperaba, ajeno a la tormenta que se desataba en mi interior. Esa experiencia me hizo reflexionar profundamente sobre los caminos que tomamos y las decisiones que nos llevan a desviarnos de ellos.
¿Qué nos impulsa a buscar fuera de nuestra relación aquello que alguna vez tuvimos y dejamos escapar? ¿Es posible recuperar la chispa perdida o estamos destinados a vivir buscando en otros la pasión que anhelamos?
Déjame saber tu opinión en los comentarios.